La presencia policial, el arresto y la inmovilización de varios líderes de la disidencia impidieron la marcha en cuba el día del 15 de noviembre.
Hacia las 15 horas, momento en que estaba prevista la manifestación en La Habana y en seis provincias más, las calles de la capital estaban en calma, bajo una fuerte vigilancia de policías uniformados y vestidos de civil.
Algunos cubanos postearon en redes sociales sus fotos vestidos de blanco, de acuerdo con la convocatoria, pero en general no respondieron al llamado.
El canciller, Bruno Rodríguez, denunció una “operación fallida”, luego de que el gobierno comunista ha acusado durante semanas a Estados Unidos de querer desestabilizar Cuba con esta manifestación, que tenía el objeto de demandar la liberación de los presos políticos.
“Algunos de mis colegas en Washington parece que se quedaron vestidos para nada, para la fiesta suya que no ha ocurrido”, dijo Bruno Rodríguez en una transmisión en vivo de Facebook.
Muchos opositores, promotores de la manifestación y periodistas independientes denunciaron en los últimos días en redes sociales que fueron bloqueados en sus casas por agentes de la Seguridad del Estado.
Varios de ellos aseguraron que fueron víctimas de actos de repudio, manifestaciones de simpatizantes del gobierno usadas desde hace años para increpar a los disidentes. También denunciaron que les cortaron el internet.
El nuevo llamado a protestas ocurre cuatro meses después de las históricas y espontaneas manifestaciones del 11 de julio, que dejaron un muerto, decenas de heridos y 1,270 personas detenidas, de las cuales 658 siguen en prisión, según la ONG de defensa de derechos humanos Cubalex.
El presidente Miguel Díaz-Canel quiso normalizar la jornada asistiendio a una ceremonia de la reinauguración del ciclo escolar en Ciudad libertad, al oeste de La Habana.